Brasil se ha topado con un problema de gran envergadura, consecuencia de un fenómeno común a muchos países. Se sospechaba que la urbanización desenfrenada, los cambios climáticos y el calor extremo no traerían nada positivo. Ahora, el país descubre, para su desgracia, otro problema: el ambiente urbano ha dado pie a colonias de cucarachas que, a su vez, atraen a sus predadores naturales: los escorpiones.
Una invasión sigilosa. Brasil se enfrenta actualmente a una preocupante proliferación de escorpiones en sus ciudades, resultado directo del crecimiento urbano sin control y del cambio climático, que ha convertido los entornos urbanos en lugares ideales para estos arácnidos. Según un estudio publicado en Frontiers, entre 2014 y 2023, se reportaron más de 1,1 millones de picaduras, un incremento del 155 % en una década, y las proyecciones sugieren hasta dos millones de nuevos casos entre 2025 y 2033.
La situación es especialmente delicada en zonas densamente pobladas con servicios deficientes, como las favelas. La combinación de viviendas apretadas, acumulación de residuos y alcantarillado descontrolado ha creado el escenario perfecto para la expansión de los escorpiones. Estas criaturas encuentran refugio en grietas, escombros y tuberías, tienen abundante alimento (cucarachas) y disfrutan de temperaturas constantes y alta humedad. Además, ciertas especies pueden reproducirse sin aparearse y sobrevivir más de un año sin comida, lo que las convierte en una amenaza difícil de erradicar.
Una crisis sanitaria en expansión. El Guardian reportaba que el aumento de las temperaturas, las lluvias torrenciales y las sequías prolongadas (patrones cada vez más frecuentes debido al cambio climático) han favorecido la propagación de los escorpiones, cuyo hábitat natural ahora se complementa con esos ambientes urbanos alterados por el ser humano. Estudios previos ya habían alertado sobre el potencial de estos animales para adaptarse a las ciudades, pero los datos actuales confirman que el fenómeno se ha convertido en una verdadera crisis de salud pública.
Solo en 2024, se estima que cerca de 200.000 personas fueron picadas y al menos 133 murieron. Sin embargo, expertos advierten que las cifras reales podrían ser mayores, ya que muchos afectados no buscan atención médica y se tratan de manera casera. Aunque solo el 0,1% de las picaduras es letal, los niños y los ancianos son los más vulnerables, corriendo mayor riesgo de muerte incluso con una sola picadura. Para el resto de la población, los síntomas incluyen dolor agudo, ardor, hinchazón, enrojecimiento, hormigueo y náuseas, con una recuperación que puede durar varios días.
Desinformación y medidas preventivas. Uno de los retos más complejos radica en la percepción errónea sobre los escorpiones. Según la investigadora Manuela Berto Pucca, estos arácnidos no son agresores naturales del ser humano; actúan en defensa propia. Juegan un papel ecológico clave al controlar poblaciones de insectos urbanos como las cucarachas.
A pesar de ello, su presencia en espacios habitados ha generado un miedo comprensible y creciente, sobre todo en las comunidades más pobres, donde temer a una picadura es parte del día a día. La clave está en la prevención: mantener las áreas limpias y sin humedad, sellar grietas, poner rejillas en desagües y revisar bien el calzado, la ropa y las toallas antes de usarlas. El sistema de salud brasileño ofrece tratamiento gratuito y antídotos en centros de emergencia determinados, pero los investigadores insisten en la importancia de actuar rápidamente ante cualquier picadura.
Un llamado a la acción. Es importante aclarar que este fenómeno no se limita a Brasil. Países como Paraguay, Bolivia, México, Guyana y Venezuela también han visto un aumento preocupante del “escorpionismo”, término médico que define las reacciones a estas picaduras, convirtiéndolo en una crisis sanitaria de escala regional. ¿Y en Europa? Aunque existen más de 35 especies nativas de escorpión, no hay estudios completos sobre sus poblaciones ni se ha observado una expansión comparable.
Lo que ocurre en Sudamérica sirve como advertencia global sobre los efectos combinados de la urbanización descontrolada y el cambio climático. La comunidad científica internacional ha destacado que esta es una emergencia evitable con políticas urbanas sostenibles, sistemas de saneamiento eficaces y campañas públicas de educación y prevención.
Para Pucca y sus colegas, la situación actual debería actuar como catalizador de acciones urgentes, no solo para proteger la salud pública, sino también para restaurar el equilibrio entre los humanos y el resto del ecosistema urbano, del cual también forman parte estas criaturas.
Imagen | Aitivamon NATU, Webysther Nunes
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