Hace unas semanas, Rusia actualizó su doctrina nuclear y, casi al mismo tiempo, el escenario político estadounidense se modificó con nuevas estrategias de defensa que abren las puertas a un rearme masivo, no solo con el ojo en Moscú, sino también en China. En un contexto mundial lleno de conflictos bélicos y tensiones en diversas regiones, recordamos el simulador de la Guerra Fría: Proud Prophet.
El complejo lenguaje nuclear. Desde que las bombas atómicas devastaron Hiroshima y Nagasaki en 1945, el uso de armas nucleares se convirtió en una herramienta de comunicación estratégica plagada de ambigüedad y desconfianza, según el New York Times. Es esencial que las potencias dialoguen con claridad para evitar malentendidos fatales. Durante la Guerra Fría, los sistemas de comunicación y disuasión se diseñaron para prevenir sorpresas y asegurarse de que cualquier agresión tuviera su respuesta. Sin embargo, con el fin de la guerra fría, se prestó mayor atención al terrorismo y a la ciberseguridad, dejando en el olvido la desescalada nuclear.
Con el sentido común, acordaríamos que es crucial para la supervivencia global que las potencias mantengan una comunicación precisa y constante, entendiendo lo fácil que es caer en malentendidos. Durante la Guerra Fría, los sistemas de comunicación y disuasión se diseñaron para evitar sorpresas y asegurarse de que cualquier agresión tuviera su respuesta. Al concluir el conflicto, el enfoque se trasladó a amenazas emergentes como el terrorismo y la ciberseguridad, relegando la desescalada nuclear.
La carrera por el armamento nuclear. En la última década, hemos visto un cambio en el panorama nuclear global. China, Rusia y Estados Unidos han acelerado la modernización de sus arsenales, integrando tecnológicamente avanzados vehículos de lanzamiento y armas tácticas nucleares, todas pensadas para limitar los daños colaterales.
Estas armas, a pesar de su etiqueta de disuasivas, son peligrosamente atractivas para conflictos convencionales, lo que eleva el riesgo de escaladas descontroladas. La expiración de tratados claves de control de armas y la creciente desconfianza entre potencias han creado un entorno alarmante donde la comunicación se ha erosionado, resurgiendo la posibilidad de un conflicto nuclear limitado.
Escalar para desescalar: un juego arriesgado. La teoría de que se puede usar armamento nuclear de manera “limitada” para controlar una escalada militar es una de las más peligrosas en la discusión militar. Este enfoque sugiere que un ataque nuclear táctico podría obligar a un adversario a reconsiderar su postura y aceptar negociaciones.
No obstante, la historia ha demostrado que esta estrategia subestima las consecuencias catastróficas de cualquier intercambio nuclear, ignorando cómo un adversario podría ver un ataque como una amenaza existencial, llevando a una guerra nuclear masiva. Proud Prophet, lanzado hace tiempo, nos mostró precisamente esto.
Proud Prophet. En 1983, el Pentágono desplegó un simulador de guerra llamado Proud Prophet para evaluar la estrategia nuclear estadounidense en un supuesto conflicto con la Unión Soviética. Este ejercicio fue singular al utilizar planes reales y simulaciones en tiempo real con la participación de altos funcionarios de defensa.
El ejercicio simuló una escalada inicial que llevó al uso de armas nucleares tácticas, desencadenando represalias soviéticas que terminaron en una catástrofe global: los soviéticos respondieron con un ataque nuclear masivo al interpretar el ataque como una amenaza existencial. Todo esto llevó, según el simulador, a la muerte de más de mil millones de personas, dejando grandes áreas del hemisferio norte inhabitables.
Proud Prophet mostró rotundamente que, una vez que se inicia un conflicto nuclear, ya sea con armas ligeras o tácticas, el control es imposible y el resultado siempre es catastrófico.
La peligrosa persistencia de ideas. El simulador fue una advertencia clara. Sin embargo, la idea de una guerra nuclear limitada sigue presente en el pensamiento militar actual. Estados Unidos ha desarrollado nuevas armas nucleares tácticas, como el misil de crucero nuclear de largo alcance (LRSO), para ofrecer una supuesta flexibilidad estratégica. Aunque pretenden ser disuasorias, estas armas bajan el umbral para su uso, fomentando la peligrosa ilusión de que una guerra nuclear puede controlarse.
Expertos como Robert Work y Ronald Reagan han advertido del peligro de este tipo de pensamiento, afirmando que cualquier uso nuclear es la escalada definitiva y que una guerra nuclear nunca debe ser librada. A pesar de esto, la inversión en armas tácticas sugiere que estas advertencias no siempre se tienen en cuenta, promoviendo la peligrosa noción de que estas armas son “usables”.
El riesgo de malos entendidos. Según el Times, el problema radica en la falta de confianza y la facilidad con la que los mensajes estratégicos se pueden malinterpretar. Durante Proud Prophet, ambos bandos creyeron en ciertos momentos que estaban ganando o perdiendo, lo que demuestra cómo la opacidad puede llevar a decisiones desastrosas en el campo de batalla. En la actualidad, la desconfianza entre potencias, junto con sistemas de comunicación poco sólidos, incrementa el riesgo de que un error de cálculo desate un conflicto nuclear, como ya se sugirió durante los tiempos de la Guerra Fría.
Imagen | Goodfon
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