En Italia, mientras metrópolis como Venecia y Roma luchan con el exceso de visitantes, otras ciudades miran con envidia cómo estas urbes se benefician económicamente del turismo masivo. Un ejemplo peculiar es Bari, una ciudad portuaria que hasta hace poco era conocida por su criminalidad. Con la intención de cambiar su destino, Bari decidió abrazar el turismo.
Lo que vino después ha planteado grandes interrogantes sobre esta transformación.
La nueva protagonista. Según el New York Times, Bari, antes un punto de paso hacia destinos más emblemáticos del sur de Italia o las islas griegas, ha emergido como una sorpresa en el turismo europeo. Esto ha sido en gran parte obra de Antonio Maria Vasile, director de los aeropuertos de Puglia, quien logró conectar Bari con Nueva York a través del primer vuelo directo, creando un puente simbólico con los millones de italoamericanos.
A través de esta conexión internacional, Bari se esfuerza por deshacerse de su estigma de sur relegado y convertirse en un centro lleno de vida, cultura, historia y gastronomía. Aunque su casco antiguo fue durante años sinónimo de delincuencia y abandono, hoy en día vive un renacimiento urbano con paseos costeros, cafés y rutas culturales que han devuelto a sus habitantes un orgullo renovado.
El auge turístico. Puglia ha captado la atención de celebridades, inversores y turistas con su mar cristalino, arquitectura barroca y hospitalidad rural. Resorts como Borgo Egnazia atraen a eventos internacionales y Bari empieza a recibir parte de ese brillo que ha posicionado a la región como el nuevo foco de atracción del estilo italiano.
El legado de San Nicolás resplandece en una Bari Vecchia renovada, donde las iglesias medievales y las famosas orecchiette hacen gala junto a la focaccia local. Pasear por el centro histórico, antes territorio de clanes mafiosos, ahora es una actividad para locales y turistas que descubren una ciudad en pleno resurgir. Así, el relato de un sur olvidado empieza a transformarse en una historia de modernización y oportunidades.
El lado oscuro del encanto. Sin embargo, este nuevo atractivo viene con sus propios desafíos. El repentino interés en Bari ha desencadenado un aumento en los precios de alquiler, desplazando a los pensionistas y estudiantes, y afectando a la juventud. La proliferación de alquileres turísticos ha despojado a las áreas residenciales de su esencia, replicando problemas de otras ciudades altamente turísticas como Venecia o Madrid.
Existe un temor creciente de que, tras reconstruir su identidad, Bari se vea presionada por un modelo económico estacional poco sólido. Las críticas también señalan la deficiente inversión en transporte público, una carencia que afecta la vida diaria y la integración de turistas. Como observó un profesor al Times: “en Puglia es fácil alquilar un Ferrari, pero encontrar un autobús es otra historia”.
Entre tradición y modernidad. El NYT destaca que Bari ha cambiado tanto que quienes la conocían antes apenas la reconocen. Barrios antes evitados ahora brillan con cultura y vida nocturna, a veces en conflicto con el tejido social tradicional, como cuando los vecinos arrojaron cubos de agua para alejar a los turistas del festival de San Nicolás.
La ciudad se encuentra en una encrucijada: reinventarse sin perder su esencia. La respuesta aún no es clara y mientras tanto, Vasile imagina un futuro en el que Bari no dependa de turistas estacionales, sino que se consolide de manera sostenible. La nueva ruta a Nueva York podría simbolizar una nueva era de posibilidades, según sus palabras.
El desafío ahora es convertir estas oportunidades en realidad, sin sacrificar la identidad de Bari en el proceso.
Imagen | Jason Chung
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