El año 2024 ha sido destacable para las grandes fortunas, con un aumento histórico que llevó a 2.700 personas a acumular un total de 14 billones de dólares. Sin embargo, este incremento no se traduce en un deseo de contribuir más fiscalmente. Por el contrario, buscan minimizar sus obligaciones tributarias.
Resulta sorprendente que en una época pasada, los ciudadanos adinerados de Atenas en la Antigua Grecia se jactaban de pagar sus impuestos con orgullo, como señala Thomas Martin, profesor de Estudios Clásicos en el College Of the Holy Cross, en un artÃculo de The Conversation.
Aunque parezca increÃble en la actualidad, en la Atenas de los siglos V y IV a.C., los aproximadamente 300.000 ciudadanos registrados no pagaban impuestos. Curiosamente, muchos de ellos deseaban hacerlo.
Para sostener la seguridad y las infraestructuras de la ciudad, los recursos provenÃan principalmente del arrendamiento de tierras agrÃcolas y minas de plata, que eran bienes públicos.
Los únicos que pagaban impuestos eran los mercaderes, cuyo tributo era aproximadamente el 1% de los beneficios de las importaciones y exportaciones, lo que incentivaba el comercio, según explicó el profesor Martin en el podcast The Indicator de NPR.
Además, los inmigrantes y prostitutas que llegaban a la ciudad pagaban tasas, y las costas procesales de los juicios perdidos también generaban ingresos. Aparte de esto, no habÃa impuestos directos sobre la renta o patrimonio en Atenas, según Thomas Martin.
Conforme Atenas aumentó su relevancia, también lo hizo su armada, que estaba compuesta por trirremes avanzados y costosos. Estos gastos eran financiados por el 1% más rico de la población en un servicio especial llamado «leitourgia» o liturgia.
Generalmente, los trierarcas, comandantes de las embarcaciones, cubrÃan los gastos de la defensa marÃtima de Atenas de su propio bolsillo. Este desembolso anual equivalÃa al salario de entre 10 y 20 años de un trabajador cualificado. Además, los ciudadanos acaudalados también cubrÃan otros costos por su cuenta.
Cuando Atenas entraba en conflictos bélicos, los más ricos financiaban la guerra mediante la «eÃsfora».
Según estudios de la Universidad de Durham, esta contribución se basaba en el valor de sus propiedades y tierras, y era visto como un honor para los atenienses asumir esta defensa, como se relata en varios episodios históricos de TucÃdides.
El mecenazgo en Atenas
Asà como asumÃan los costos de la defensa militar, los ciudadanos más adinerados también financiaban ofrendas a los dioses para asegurar su favor en las batallas.
Los más ricos se enorgullecÃan de financiar la construcción de estatuas o templos en honor a los dioses. Algunos eran invitados a contribuir, pero muchos ofrecÃan más de lo necesario de forma voluntaria.
Estas liturgias permitieron que los millonarios actuaran como mecenas del arte, financiando la construcción de monumentos y patrocinando festivales de teatro.
Platón, por ejemplo, costeó una de las celebraciones litúrgicas más caras, la «choreÌ„gia», que implicaba la formación de un coro para festivales, un evento al que asistÃan miles de personas, según Ethic.
Honor y prestigio social
La retribución para los millonarios atenienses era el reconocimiento social, y sus contribuciones se recordaban con monumentos en su honor.
Plutarco describe cómo el valor de los atenienses no se medÃa por su riqueza, sino por su utilidad como ciudadanos. Para ellos, contribuir al bienestar de su patria era más valioso que acumular riqueza.
Este sentido de servicio público significaba que la mayorÃa de los ricos no evitaban sus responsabilidades fiscales. Aunque siempre hubo quienes intentaron eludirlas, como relata Matthew R. Christ en ‘Evitación y antÃdoto litúrgico en la Atenas clásica’.
Pero el desprestigio social de ser considerado avaro, como lo describÃa Teofrasto, superaba cualquier ahorro económico que pudieran lograr.
Imagen | Unsplash (Merch HÜSEY, John Koliogiannis), Wikimedia Commons (Acrópolis de Atenas, Marta)
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